17 marzo 2010

Olé

A esta luz agotada de tu casa
ni una pregunta le queda.
Estabas arriba de una melodía
que subía y bajaba buscando
entre las notas más altas
sin detenerse en ninguna
las olas de un mar de música
que era el único ser vivo del planeta.





Mar azul

Encontrar el sendero que llevaba hasta el mar
entre todos esos que terminaban
en los matorrales del médano
nos dejaba sonando como un punteo
de guitarra criolla en la conciencia
que avanzaba con la novedad
de los pies en la arena.

Cada llegada al mar era así.

¿Sentía algo de esto Mateo de 9 años?

la caja del cielo completa,
las olas cayendo como un arpegio
siempre. Cerrábamos los ojos
para escuchar mejor
el mar que a esa hora retrocedía.