16 marzo 2009

Con la cara al ras del suelo
a la hora en que los grillos
arrancan todos juntos
oíamos caer la noche alrededor nuestro
entre los árboles.
pero no era una sola
sino pequeñas noches,
una sobre nosotros
otra allá donde empezaba el alambrado
todas jugándose el instante.
Tu cuerpo olía a agua de pileta.




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